Mete en la nevera todos los ingredientes, al menos 1 hora antes.
Prepara el bol de la batidora con el gancho de amasar o el accesorio amasador de tu batidora.
En el bol de la batidora o en un bol amplio, pon, por este orden: la levadura fresca desmenuzada o la mezcla de levadura y agua o leche, la harina, la sal, el azúcar. Revuelve con la mano o el gancho un par de minutos y añade los huevos.
A potencia media-baja (2-4 si utilizas Kitchen aid) comienza a amasar hasta que la masa esté pegajosa y se adhiera a las paredes. Debe estar elástica, es decir, que si sacas un pedazo de masa y lo estiras, tienda a volver a su forma. No debe llegar a calentarse. El amasado es un punto delicado ya que, si trabajas demasiado la masa, puede quedar gomosa.
Poco a poco comienza a añadir la mantequilla en dados, mientras vas amasando con el gancho, hasta que toda la mantequilla se haya incorporado. La mantequilla retrasa un poco la fermentación, por eso es importante añadirla al final.
Cuando la masa tenga un aspecto brillante y esté pegajosa y elástica, retira de la batidora y coloca la masa en un bol grande, previamente enharinado. Espolvorea un poco de harina sobre la masa y tapa con un paño limpio o film transparente.
Lleva la masa a la nevera entre 2 y 24 horas.
ESTA PRIMERA FERMENTACIÓN SE REALIZA EN LA NEVERA PORQUE EL FRÍO RALENTIZA LA FERMENTACIÓN EVITANDO QUE LEVE DEMASIADO RÁPIDO.
Si la masa fermenta muy deprisa, la red de gluten, la estructura interna de la masa, se desarrollará al mismo tiempo, y dará como resultado una masa chiclosa en lugar de unos bollitos tiernos y esponjosos.